Bárbara Dostal, investigadora / consultora área Estudios, evaluación y sostenibilidad. 

El contexto actual de la educación en el mundo y en Chile, pone en cuestión las metodologías tradicionales de enseñanza, que suelen ser directivas, en general no promueven la flexibilidad y limitan la autonomía de las y los estudiantes, todo lo cual dificulta acceder a un aprendizaje significativo y sostenido en el tiempo. Pero pasar de un modelo pedagógico tradicional a uno innovador es un desafío mayor, e implica, al menos: lograr más participación del alumnado, generar un ambiente de trabajo más flexible para las y los docentes, seleccionar contenidos curriculares más conectados con los intereses del colectivo estudiantil e implementar metodologías que permitan la toma de decisiones y el ejercicio del consenso/disenso, el pensamiento crítico, la colaboración y la cooperación.

Además, es necesario innovar en metodologías educativas que promuevan la autonomía y el pensamiento crítico en estudiantes de distintos niveles. En este marco, los debates escolares se vislumbran como una alternativa para innovar en las metodologías educativas. 

Los debates estimulan el desarrollo de habilidades necesarias para vivir en (y fomentar) sociedades democráticas, promueven la formación de ciudadanas y ciudadanos activos e integrales, y facilitan la comprensión del entorno en el cual se convive, de manera de poder, en consecuencia, actuar con efectividad en él.  Por lo anterior, el debate ha sido incluido en el sistema educativo de muchos países, donde estudiantes adolescentes participan en actividades de debate en las aulas y en programas extracurriculares. 

En la evaluación realizada por Focus del Programa de Debates Interescolares “Jugao”, del Hogar de Cristo, se advierte que los debates permiten, por una parte, que las y los estudiantes aprendan e investiguen sobre temas contingentes, fortalezcan sus capacidades de trabajo en equipo y tengan la posibilidad de interactuar con estudiantes de otros establecimientos en un ambiente de respeto y cordialidad. Por otra parte, mejora su autoestima y autoeficacia, y aumentan las competencias ciudadanas. Así, el debate se debe comprender como una herramienta transversal y horizontal, en el cual confluyen técnicas no solo lingüísticas (como habilidades comunicacionales y argumentativas), sino también científico-técnicas (como la búsqueda de evidencia y los hábitos de estudio). 

La valiosa experiencia recogida nos deja algunos desafíos. El principal está en integrar estas prácticas innovadoras al currículum escolar, asegurándonos de que las habilidades y capacidades desarrolladas por las y los participantes no queden encapsuladas en ellas y ellos, sino que se transmitan a toda la comunidad educativa integrando los debates escolares en los planes educativos. Esto permitirá promover un mayor protagonismo de las y los estudiantes y que el conocimiento se genere de manera cooperativa, fomentando con ello, nuevas prácticas educativas y aportando en la construcción de una educación equitativa, donde se diversifique el proceso enseñanza-aprendizaje.